sábado, 18 de julio de 2009

La Importancia de la Revolución Francesa Para el Mundo Moderno y Contemporáneo
















Cartel revolucionario que proclama valores como la libertad, la igualdad y la hermandad.


Introducción.

No cabe duda que la Revolución Francesa de 1789 representa (junto con la industrial a la que fue contemporánea), una de las transformaciones más decisivas en el desarrollo de todo el mundo alcanzado por las relaciones políticas y comerciales con el occidente europeo. Además de haber sido la gran Revolución burguesa-liberal que permitió el inicio de una serie de cambios importantes en el ambiente político e intelectual de los imperios europeos, su incidencia fue decisiva para el desarrollo del mundo colonial, o como en el caso de América, del mundo recientemente independizado de Europa. Para el caso de México, por ejemplo, basta con pensar en las cruentas luchas entre liberales y conservadores durante el siglo XIX, que acarrearon una profunda crisis al interior del país e incluso una intervención extranjera, dejando finalmente espacio para el desarrollo (en muchos casos en teoría) de las principales ideas políticas y económicas triunfantes en la Revolución francesa. Es una pretensión muy ambiciosa querer exponer un tema como éste en unos cuantos párrafos, sin embargo, trataré de hacer una reflexión lo más clara y concreta posible para exponer estas ideas.

Revolución francesa: el parte aguas del mundo occidentalizado.

Si bien varios hechos han marcado el desarrollo del mundo occidental o relacionado de alguna manera con las potencias occidentales, no cabe duda que para el desarrollo del capitalismo moderno los hechos de mayor trascendencia fueron dos: la Revolución industrial y la Revolución francesa. Ambas aportaron al mundo del siglo XIX, tanto las técnicas y usos (Revolución industrial), como las ideas y la justificación a un nuevo orden que se abría paso entre los viejos regímenes de las monarquías absolutas. En palabras del historiador ingles Eric Hobsbawm: “Francia proporcionó el vocabulario y los programas de los partidos liberales, rádicales y democráticos de la mayor parte del mundo. Francia ofreció el primer gran ejemplo, el concepto y el vocabulario del nacionalismo. Francia proporcionó los códigos legales, el modelo de organización científica y técnica y el sistema métrico decimal a muchísimos países. La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en las antiguas civilizaciones, que hasta entonces se habían resistido a las ideas europeas, a través de la influencia francesa. Esta fue la obra de la Revolución francesa” (Hobsbawm, 1987; p. 102)
Es bien cierto que ninguno de los dos movimientos trajo de inmediato el cambio hacia la sociedad liberal-burguesa de forma inmediata, pero sus consecuencias vistas a medio y largo plazo fueron decisivas en Europa para su crecimiento político y económico durante el siglo XIX y aún en el siglo XX. De ambos nacieron también las fuerzas que más tarde se encargarían de hacerles férrea oposición: la aparición de la clase obrera, los nuevos sectores marginados de las ciudades y de la crítica al capitalismo que más tarde sería la ideología de estos grupos: el comunismo. Así pues, podemos decir que ambos procesos (Revolución industrial y Revolución francesa) forman parte de una misma transición y cambio experimentados entre 1789 y 1848 que marcarían al mundo, principalmente el del siglo XIX.
Pero ¿Qué importancia tuvo la Revolución francesa fuera del continente europeo? Hay que recordar que para el siglo XVIII la expansión de las potencias occidentales ya había alcanzado prácticamente a todo el mundo, salvo algunas regiones alejadas o que no eran de interés para los europeos. Ya fuera a través del comercio, la explotación colonial, o la simple convivencia e intercambio con grupos no europeos, occidente fue imponiendo sus reglas del juego a las demás naciones y culturas. Pero antes del gran desarrollo del capitalismo e imperialismo del siglo XIX, varias de estas naciones se habían negado decididamente a la penetración e influencia europea en sus territorios. Por otro lado, la falta de desarrollo técnico y económico había impedido un proceso de “expansión total” en algunas regiones como África. Pero a partir de la entrada en escena de las ideas emanadas de la Revolución francesa que permitieron a una sociedad estamental crecer y desarrollarse, así como la aparición de los recursos técnicos, éstas ambiciones pudieron por fin verse realizadas. El desarrollo avasallador de Europa con respecto al mundo abrió las puertas al capitalismo europeo en regiones donde siempre había sido mirado con recelo, pero también permitió su implantación forzosa en regiones que lo habían resistido como el gran imperio chino.
Además de esta penetración importantísima para el mundo europeo y que dejó un legado profundo en donde se hizo, los países que no se vieron sometidos al control directo de Europa aceptaron de manera voluntaria lo que el mundo emanado de la Revolución les ofrecía: un modelo a seguir de Estado-Nación. Pensemos para esto en los Estados americanos (exceptuando los Estados Unidos cuya independencia fue muy temprana y que incluso se puede considerar antecedente de las revoluciones burguesas, aunque de alcance más limitado con respecto a la francesa), que se fueron independizando a lo largo del siglo XIX, si bien algunos como el Brasil optaron por el modelo de la monarquía al estilo del viejo régimen, otros como México se decidieron al final por un sistema liberal de corte capitalista, aunque no siempre fue una decisión fácil y pacífica. Esto conllevó inevitablemente a una mayor integración del mundo tanto colonial como poscolonial con respecto a los centros de desarrollo económicos y culturales de occidente.
Pero también en los países donde la entrada de las potencias colonizadoras occidentales fue al estilo del dominio político, y que podríamos pensar pertenecían a una cultura muy ajena a la de los países europeos (como las naciones africanas), la condición de subalternidad dejó un legado importante proveniente de la Revolución francesa: se educó a las elites al modo occidental y se trató de imponer el sistema cultural europeo a la sociedad en general, lo que heredó, aunque un tanto distorsionadamente, las ideas clásicas del liberalismo burgués a aquellos quienes en un futuro dirigirían los movimientos de liberación e independencia en esas regiones, que una vez libres del dominio colonial optaron por seguir el camino del libre mercado y la “democracia” representativa.
Y aún en aquellos que al quitarse de encima a sus amos blancos optaron por la opción política que ofreció el siglo XX, es decir, el comunismo y los regímenes social-demócratas, podemos pensar que su sustento ideológico surgió como reacción al desarrollo capitalista propiciado por la Revolución francesa e industrial, lo que conlleva forzosamente a reconocer la importancia e incidencia de ambos sucesos que marcaron al mundo moderno y contemporáneo.

Conclusión.

Con lo expuesto brevemente arriba, podemos considerar a la Revolución francesa no como un hecho que trajo importantes cambios sólo a las sociedades europeas, sino a todo el mundo que se había visto, o que posteriormente se vio tocado por las potencias occidentales. La Revolución francesa fue el triunfo de la sociedad burguesa que se abría paso entre un antiguo régimen en decadencia, pero a la larga fue también la conquista ideológica del capitalismo clásico liberal en la sociedad y la opción, tal vez forzada en ocasiones, para un mundo en constante reacomodo e integración de todos sus rincones.

fuente de imagen: www.perso.wanadoo.es
fuente bibliográfica: Eric J. Hobsbawm, Las revoluciones burguesas, Barcelona, Labor, 1987.



Juan Jacobo Rousseau: Ideólogo de la Revolución.

Nacido en Ginebra Suiza en 1712, llevó una infancia difícil y huyó de su comunidad a los 16 años. Tuvo diferentes tutores, quizá la más importante en su vida fue Madame Warens quién le dio una buena educación y ayudó en su afición a la música, siendo posteriormente filósofo y escritor también. Ocupó después algunos cargos burocráticos por diferentes partes de Francia, conectándose con personalidades importantes en el terreno de la música. Fue hasta mediados del siglo XVIII que comenzó a escribir obras referentes al terreno de la política y el hombre como individuo libre frente a las instituciones sociales, su obra más conocida es “El contrato social”, esta obra fue prohibida desde su aparición en 1762. En su pensamiento Rousseau crítica la ingenuidad del pensamiento ilustrado, estableciendo que el hombre es quién crea las instituciones sociales y culturales y que por lo mismo es capaz de quitarlas, más si estorban en su desarrollo personal como ser humano. Murió en 1778.
Por todo esto, Rousseau, que no era un noble pero sí un intelectual, defiende el derecho de los hombres a moverse por sus capacidades, pudiéndose interpretar esto como un deseo de movilidad social, típico de las aspiraciones de la clase media. Si bien, Rousseau no pensaba en una Revolución para llevar a la práctica sus ideas, no cabe duda que su pensamiento influyó muchísimo en los defensores intelectuales de la Revolución francesa, llegando su trascendencia más allá, ya que su obra fue traducida a muchos idiomas y tuvo presencia en diferentes lugares como América, donde sus ideas fueron retomadas y entendidas, acomodadas incluso, a los deseos de las élites constructoras de las nuevas naciones independientes o nacidas de la Revolución.



fuente de la imagen: www.btinternet.com
fuente de información: www.artehistoria.jcyl.es

La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.

Este documento de 1789 año del inicio de la Revolución, deja plasmadas las intenciones y ambiciones de la clase burguesa. Reconoce la universalidad de derechos “naturales” inherentes a todo ser humano en cualquier tiempo y lugar; como la libertad por ejemplo, sin embargo, cuando se analiza su contenido se puede observar que no propugna por una sociedad igualitaria sino que, reconocía implícitamente que los hombres sobresalen según sus capacidades pero también que en la sociedad cada quien jugaba un papel de diferente importancia, defendía además la propiedad privada y el derecho “natural” a la propiedad y la riqueza. Sin duda es un ícono de la Revolución no sólo pictóricamente sino también ideológicamente dentro y fuera de Francia.

fuente de la imagen: www.gliu.es
fuente bibliográfica: Eric J. Hobsbawm, Las revoluciones burguesas, Barcelona, Labor, 1987, pp. 113-115.

Mapa de Europa a mediados del siglo XVIII.

El presente mapa muestra la división geopolítica de la Europa del siglo XVIII. Llama la atención que a pesar de que Francia no era el país más grande, sí era el más poblado (sólo rebasado por Rusia), además, que su posición privilegiada geográficamente le dio la posibilidad de ser el centro de atención y comunicación con otros muchos importantes reinos y países, como Inglaterra su eterna rival o la zona anglo-germana.


fuente de la imagen: www.pais-global.com.ar

domingo, 5 de julio de 2009

Cultura en tiempos de crisis.


"La Ronda de Noche" del pintor holandés Rembrandt.

Introducción.

El siglo XVII europeo se caracterizó por ser una época enmarcada en sucesos políticos y económicos difíciles para el continente en general. El constante incremento del valor de los productos provocado por la entrada del metal precioso de América, así como el mal clima que impidió cosechas favorables para el abastecimiento de los granos, dieron como resultado una fuerte crisis económica que para ser solventada tuvo que valerse del aseguramiento de la mano de obra de los campesinos, mientras más barata mejor. Esto llevó a un proceso donde la aristocracia recrudeció su dominio sobre sus trabajadores dando como resultado un segundo proceso de feudalización entre 1550-1650. Aunado a esto las constantes guerras y enfermedades en Europa hicieron más difícil la situación para todos, especialmente para los más desposeídos. Pero pese a este panorama la vida debía seguir adelante, uno de los aspectos que mejor refleja el avanzar constante de una sociedad que sufre transformaciones y que busca la manera tanto de expresar como de canalizar sus emociones es la cultura. Así, la cultura de la Europa de la primera mitad del siglo XVII nos habla tanto de una época difícil y de cambios, como de afianzamiento de algunos de los valores e ideas propios de los hombres de ese siglo.

La Cultura Europea en la Primera Mitad del Siglo XVII.

Debemos primero empezar por hacer una distinción entre las prácticas culturales de la élite y la de los estratos más bajos; la denominada cultura popular. Es bien sabido que ciertas practicas culturales reflejan más que los gustos de una sociedad o un grupo social en especifico; hablan también de su status y posición frente a la sociedad en general. Para el caso de las élites europeas podemos mencionar por ejemplo, la ópera, que hizo su aparición en Italia durante éste periodo teniendo gran popularidad. Se trataba de un acto que requería de un gran equipo de cantantes e instrumentos para ser llevado a cabo, lo que hacía que su manutención resultara bastante costosa, llama la atención que a pesar de la crisis económica de la época, el gusto así como el valor social que confería dicha practica hicieron que la ópera no se viera afectada, sino que tuvo un desarrollo bastante favorable durante éste periodo. Para los grupos dominantes ciertas formas de arte constituían también una manera de expresar más que un gusto o sensibilidad por lo estético; podían ser muy buenas inversiones si se acumulaban obras de gran valor apreciadas en la época, convirtiéndose incluso en un recurso ante problemas financieros.
Por otro lado el tradicional mecenazgo ejercido desde el siglo XV siguió estando en boga, muchas veces con participación directa de quienes encargaban las obras, interfiriendo en el contenido o el estilo que deseaban, estableciéndose así una influencia muy personal de los mecenas sobre sus artistas. A pesar de que estos hombres podían influir de manera activa en las obras de arte que encargaban (lo que supondría una diversidad de estilos y formas), la tendencia fue poco a poco generalizándose, pasando del manierismo al monumental barroco. Otro aspecto donde el mecenazgo jugó un papel decisivo fue en el desarrollo de la ciencia, ya que el apoyo a científicos y a grupos de intelectuales facilitaba o también restringía las posibilidades del conocimiento. Muchas veces los científicos tenían que huir de sus lugares de origen, pero siempre encontraron acogida en algún rincón de Europa, esto junto con la capacidad de divulgación de ideas que representó la imprenta, dio mayor difusión a los conocimientos científicos (tanto de ciencias naturales como de ciencias de lo oculto) entre la sociedad europea, principalmente las elites.
Los estratos más bajos en cambio se iban más por las actividades relacionadas con el juego y la diversión; se practicaban en la época juegos como las cartas o los dados, pero también actividades de grupos más grandes y organizados que tenían (en algunos casos) alcance masivo, por ejemplo el hockey, el fútbol, o las fiestas tradicionales de cada comunidad. Estos actos de expresión y ocio conllevaban muchas veces no sólo a la diversión, sino a la agitación y finalmente la represión por parte de los dominadores. Pensemos que se trataba de tiempos difíciles ciertamente para la población en general, pero principalmente para los grupos subalternos. Los festejos y procesiones que muchas veces iban cargados de emotividad y fuerza, decantaban en desafíos ante la autoridad dada la sensación de seguridad que podía conferir un grupo grande de personas. Existen numerosos ejemplos de situaciones como estas: en 1638 en la comarca francesa de Rouergue, un grupo de personas que celebraban una festividad relacionada a la supremacía del sexo masculino sobre el femenino, hostigaron en tal medida a una compañía de caballería del ejercito regular que los soldados tuvieron que cambiar de alojamiento; y en Agen en 1635, en Barcelona en 1640 y en Burdeos en 1651, un carnaval popular terminó en revuelta política (Parker,1981, p.369), es por esta razón que la élite miraba con desconfianza y miedo las actividades del vulgo, especialmente en tiempos de presión política y económica. Sin embargo, existían aspectos donde tanto las elites como los subalternos participaban de la misma cultura, especialmente uno: la música. Es bien sabido que muchas veces la música popular era tocada en las cortes con adecuaciones y algunos cambios, igualmente la Iglesia recogía tradiciones musicales adecuándolas a la práctica religiosa lo que le daba mayor impacto sobre la población, así no sólo se apropiaban de ella las elites sino que la redefinían e imponían a los estratos más bajos.
Quizá uno de los cambios más importantes que se empezaron a dar en ésta época sea la divulgación y aparición de una mayor cultura de lo escrito. Antes de la invención de la imprenta, la cultura europea era principalmente una cultura de lo oral, todo atravesaba por esto: aprendizaje de oficios, transmisión de tradiciones y valores, instrucción religiosa, difusión de noticias etc., no podemos decir que en siglo XVII dejara de ser así, pero a la par de estas practicas la difusión de la enseñanza propiciada por el movimiento de la reforma protestante, así como por la contrarreforma católica (principalmente los jesuitas), que ponía énfasis en el acercamiento de la población en general con las escrituras como una manera de conocer a Dios, provocaron un impacto más general de la cultura escrita. Estas campañas de alfabetización tuvieron un gran éxito en algunas regiones y poca importancia en otras, debido a múltiples factores, uno de los principales era qué tanto podía ofrecer la adquisición de esos conocimientos para una comunidad, donde estos resultaran útiles o pudieran incluso ayudar a conseguir un mejor nivel de vida se daba un proceso ciertamente exitoso de alfabetización, contrario a lo que sucedía donde no.
El hecho de que ahora gracias a la educación y divulgación de la cultura escrita la población tuviera acceso a este medio, así como la capacidad de reproducción que significaba la imprenta de tipos móviles, hizo que aparecieran muchas pequeñas obras de variados temas que fueron accesibles a un mayor número de personas; ya fueran manuales de consejos médicos, noticias de tipo político, manuales sobre religiosidad y/o moral, hasta escritos sobre hechicería y lo relacionado a las ciencias ocultas, muy populares por cierto en esa época. Fue durante éste periodo que aparecieron también los primeros periódicos que daban noticias de lo ocurrido en los distintos reinos europeos, de especial interés dada la situación política de ese periodo (las guerras de religión y la guerra de los treinta años). Esto obligó a los gobiernos a mantener un control más estricto sobre qué se leía en sus dominios, lo que llevó a extensas listas de textos prohibidos y la represión de muchas casas de imprenta, por lo cual a veces se tenía que mandar a imprimir la información en reinos aledaños y después ser introducida por contrabando.
Es difícil hablar de una cultura europea en sentido general, pero sin duda alguna los procesos políticos y sociales de la época fueron configurando poco a poco una mayor integración de las diversas naciones europeas, dándose incluso “aculturaciones” al estilo occidental en el Este del continente que había permanecido como una región muy diferenciada del occidente, las diferencias ciertamente seguían existiendo, pero países como Rusia no se negaron a ser participes de lo que las potencias culturales europeas (España a principios del siglo y después Francia mientras España se sumía en una gran crisis que afecto incluso su desarrollo artístico e intelectual), podían darle como sí lo hizo el mundo islámico, que sólo buscaba emular a Europa en el arte de la guerra, lo que además poco a poco le resulto imposible.

Conclusión.

Podemos darnos cuenta como la cultura de la Europa de la primera mitad del siglo XVII llegó más allá en algunos casos de la crisis política y económica, como bien lo demuestra el caso de la ópera, pero también estos sucesos no dejaron de afectar al desarrollo intelectual y cultural de las sociedades. En algunos casos las luchas como las guerras de religión y la competencia entre la Iglesia protestante y la católica fueron catalizadores en la difusión de una cultura de lectura y escritura, mientras que otros sucesos como la escasez de granos y las duras condiciones del campesinado provocaron motines y represión hacia ciertas prácticas. Todo lo cual deja de manifiesto que la primera mitad del siglo XVII fue una época de transformaciones donde la cultura no se vio exenta de la situación general, pero que también representó un medio para escapar a otras realidades posibles.

Bibliografía.

Geoffrey Parker, Europa en crisis 1598-1648, traducción de Alberto Jiménez, México, editorial Siglo XXI, 1981.

Rembrandt, un hombre entre la tradición y los nuevos tiempos.

Rembrandt Harmenszoon van Rijn fue un famoso pintor holandés del siglo XVII, representante del estilo barroco, nació en Leiden en 1606, su familia era de clase media lo que lo posibilito para ingresar a la universidad pero dejo los estudios en 1621 para dedicarse a la pintura. Entre 1624 y 1625 trabajó para el pintor Pieter Lastman de quien tomó influencia de Caravaggio y Elsheimer, Adquirió fama hacia 1628, hacia 1630 se instaló en Amsterdam, donde destacó por sus famosos autorretratos y obras famosas como la “lección de anatomía del doctor Tulp”, en la década de 1630 tuvo varios éxitos en pintura con obras de tématica religiosa, paisajes y autorretratos, hacia 1642 pinta “la ronda de noche” que recibió una gélida acogida por parte de la crítica. Pasó años difíciles a partir de entonces llegando a la quiebra en 1656, recuperándose para la década de 1660 con creaciones nuevas adecuadas a la mentalidad protestante, lo que hace de su obra en general un notable ejemplo de la transformación de mentalidades ocurrida en ésta época. Finalmente fallece en Amsterdam el 4 de octubre de 1669 a los 63 años.


fuente: www.artehistoria.jcyl.es

Mapa del Óceano Atlántico y el Mar Caribe hecho en el siglo XVII de origen portugues.

Este mapa del siglo XVII es un buen ejemplo de cómo para ésta época las exploraciones continuaban descubriendo vastos territorios como América, pero nos habla también de la falta (a más de medio siglo de descubierto el continente), de los recursos necesarios para la correcta y total exploración y registro de los territorios explorados, distinto de lo que se puede observar para el África del norte que era una región bien conocida por los europeos, en éste caso para los Portugueses.

fuente de la imagen: www.provincia.fc.it

Imagen de una época difícil: Los horrores de la Guerra de Rubens.

La pintura de “Los horrores de la guerra” (1637) del pintor Peter Paul Rubens, es un buen ejemplo de la difícil situación de la época, el título y la tematica en sí expresan ya de por si el sentimiento (seguramente no único de Rubens) hacia los conflictos bélicos en la época, como fue el caso de las Guerras de Religión en la zona norte y centro de Europa y la guerra de los treinta años entre otras, aunque la escena corresponde a la mitología clásica romana, sin duda el tema fue seleccionado por ser de interés de sus contemporaneos. Fue hecha para el palacio de Fernando II de Toscana.

lunes, 22 de junio de 2009

La Península Iberica Según un Mapa del Siglo XVI.

Mapa que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de España, del siglo XVI. Muestra como los avances en cartografía sobre Europa ya estaban ciertamente en un alto grado de precisión. Por otro lado es interesante notar los artístico e iconográfico del documento, pieza que nos habla del espíritu de una época.
Este castillo fue mandado a construir por el rey Francisco I de Francia, a principios del siglo XVI. Si bien los tipos de decoración eran de influencia italiana, la planta y el material usado son netamente de estilo frances. En el caso del material se decidió usar piedra local debido a costos y también a que se adapataba mejor al tipo de clima de Francia, imponiendose aquí incluso cuestiones climaticas de tipo práctico.
Es un buen ejemplo de adaptación entre las nuevas técnicas y modas renacentistas italianas y las tradiciones y condiciones regionales, en este caso francesas.

Miguel de Cervantes: entre el Renacimiento y la Edad Media.


Miguel de Cervantes Saavedra nació en 1547 en Alcalá de Henares, murió en 1616 en Madrid. Provenía de una familia que se vió presa de difíciles situaciones económicas que pronto la llevaron a la ruina. Se estableció en Madrid en 1566, pero tuvo que huir después de un duelo donde hirió a un tal Antonio Sigura, por lo cual el rey Felipe II lo mandó prender, huyendo hacia Roma, Italia. Estando ahí cononoció las nuevas ideas y técnicas propias del renacimiento Italiano, estuvo por Florencia, Milán, Palermo, Venecia etc., se sabe que leyó textos de poesía de inspiración neoplatónica por ejemplo, lo que sin duda influyo en sus obras posteriores. Se unió a la compañía militar del capitan Diego de Urbina y el 7 de octubre de 1571 participó en la famosa batalla de Lepanto, lo cual marcó decididamente su experiencia, ahora como hombre de armas. Esta batalla contra los turcos fue una especie de cruzada para defender su avanze sobre Europa ante la caida de Constantinopla, lo que circunscribe a éste episodio de la vida de Cervantes a la sociedad de herencia medieval de la que venía. En 1575 regresó de Nápoles a España una vez arreglado su problema, pero fue capturado por una flota de piratas argelinos frente a costas españolas y tomado preso. Tuvo que pasar cinco años en calidad de esclavo, su familia no lo pudo rescatar debido a la falta de dinero para pagar por él. Por su parte Cervantes intentó escapar cuatro veces, todas fallidas. Finalmente en 1580 es liberado gracias a que sus familiares y los padres Trinitarios pagan conjuntamente su rescate. A su regreso a España busca trabajo en el gobierno y finalmente termina como recolector de impuestos para la provincia de Andalucía, ganaba poco y tenía que mantener a su esposa, hijas y hermanas.
Es mundialmente conocido por su obra "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", públicada en dos partes la primera en 1605, obteniendo un cierto éxito con dicha novela, debido a lo cual publicó una segunda parte en 1615. En su obra se pueden advertir las experiencias de su vida, tanto las buenas como las malas, así como sus influencias renacentistas recibidas en su estadía en Italia, por otro lado su obra tiene un gran valor artístico y literario por ser un texto magistral como novela, ya desde su tiempo fue reconocido su merito teniendo prontas traducciones a otros idiomas. El Quijote es una novela que sirve de crítica contra las novelas de caballerías tan famosas en ese entonces en España y varias partes de Europa, dichas novelas y relatos románticos eran muy tipícos de la baja edad media. Así, Cervantes se revela no sólo como un gran escritor cuyo genio no tiene lugar a dudas, sino también como un hombre que a pesar de su herencia medieval, también busca nuevos caminos y una nueva identidad enmarcado en el Renacimiento.

Fuente Bibliográfica.
Miguel de Cervantes, "Don Quijote de la Mancha", edición, introducción y notas de Martín Riquer, Barcelona, Planeta, 2004.

Un Chaleco Hecho a la Medida: El Renacimiento Fuera de Italia.

Introducción.
Cuando se piensa en Renacimiento, usualmente se trae a la memoria la idea de la Italia de los siglos XIV-XV, sin embargo, es importante saber que este proceso histórico no quedó sólo circunscrito a las ciudades fuertemente desarrolladas del norte de la península itálica, sino que, poco a poco y de manera desigual se fue expandiendo por el resto del continente, no de forma pasiva, sino muchas veces consciente, adaptando los llamados "usos de Italia" a las necesidades, inquietudes, valores etc. de las otras naciones europeas.
Es difícil, o tal vez imposible dar un cronología exacta de este fenómeno, aun para el caso italiano. Pero la gran mayoría de los investigadores coincide circunscribir este proceso entre los siglos XIV-XVI. Podríamos decir que se trata de un lento surgimiento de un nuevo tipo de sociedad europea, que desde las cúpulas sociales, fue creándose una imagen nueva del mundo, la vida, la sociedad, el hombre, la naturaleza, la religión etc., un tanto diferente a la de la sociedad bajomedieval de la que renegaba, pero a la que, tal vez sin quererlo, aun pertenecía en muchos sentidos.
Italia Fuera de la Península.
El Renacimiento se caracterizó por la recuperación o revalorización de la antiguedad clásica, en aspectos como la escultura, arquitectura, escritura hasta la cultura política y social de la época. Sin embargo es bien sabido que esta pretendida imitación de la Roma Imperial y en menor medida de las polis griegas tuvo sus limitaciones. Si bien se contaba en Italia con numerosos ejemplos de arquitectura y escultura de la época clásica, algunas áreas del arte como la pintura o la música tuvieron que buscar más "armonizar" con el espíritu de la época (como los renacentistas lo entendían), ante la falta de modelos en los cuales basar sus creaciones. Aún en la política, por ejemplo en el derecho, pronto fue evidente la diferencia de la sociedad a la que los hombres del renacimiento pertenecían con respecto a la sociedad romana o griega que intentaban emular.
Así pues, si ni en la propia Italia de la época el renacimiento se dio como un proceso de imitación fiel de la antiguedad clásica a la que sus ideologos tanto apelaban, fuera de la península se dio aún menos. En los casos de los paises del continente europeo como Francia, España, Holanda, Alemania, Hungría e incluso pasando el área continental como es el caso de Inglaterra, la supuesta "difusión" del Renacimiento italiano fue un proceso lento, que se vivió de manera desigual en cada región según diversos factores e intereses que en ello intervinieron, ya fueran motivos políticos, culturales, o incluso prácticos como en el caso de la arquitectura. Se llegó incluso a criticar las nuevas tendencias de la Italia renacentista rechazando algunas de las "exportaciones" de sus ideologos como Maquiavelo o Castiglioni, quienes fueron criticados por sus propuestas con respecto a la forma de gobernar y comportarse en las cortes. Todo esto muestra que las ideas y usos del renacimiento italiano se fueron adaptando según las necesidades, condiciones e inquietudes de cada sociedad y región a la que llegaban, por lo tanto no se trató de un proceso de simple recepción pasiva con respecto a Italia.
Este proceso se fue dando paulatinamente entre el siglo XV-XVI en la Europa no italiana debido a varios factores. Por un lado el constante intercambio intelectual y también cultural entre las ideas y los hombres de la Italia renacentista con los de otros paises. Se sabe de dos etapas de "fuga" de hombres italianos hacia el resto de Europa que llevaron consigo sus ideas y técnicas, como señala el historiador Peter Burke: "...la verdadera fuga de cerebros humanistas acaeció entre 1430 y 1520, aunque el momento álgido de la emigración fue a finales del siglo XV. Los erúditos italianos fueron a Francia, Hungría, Inglaterra, España, Polonia y Portugal, aunque sólo una minoría de ellos pertenecía a la elite [...] los artistas, colectivo de bastante más categoría salieron al extrangero aproximadamente una generación más tarde que los humanistas. " (Burke, 1999, pp. 51-52). Las razones podían ser personales, políticas o hasta religiosas para estas salidas de Italia; el mecenazgo de artistas y humanistas en las cortes europeas fue un gran aliciente para que hombres de Italia pudieran desarrollar sus destrezas de forma reconocida, muchas veces careciendo de éste reconocimiento en sus lugares de orígen, un personaje muy conocido por su mecenazgo a artistas del renacimiento italiano fue Francisco I de Francia (imagen superior izquierda) como él hubo varios más en toda Europa. También se dio el caso contrario, hombres que por diversas razones salieron de sus paises hacia Italia donde entraron en contacto con las nuevas tendencias renacentistas. Había diversos motivos para esto, desde los políticos (asuntos diplomaticos o exilios tanto voluntarios como involuntarios, por ejemplo) hasta meramente personales, ya fuera el interés por conocer las nuevas tendencias o el deseo de instruirse en algunas de las mejores instituciones de estudio de la época como las universidades de Padua y Bolonia. Por otro lado el comercio intenso de varias ciudades del norte de Italia con el resto de Europa, especialmente hacia la zona flamenca, el sur de Francia y el norte de España propició estos intercambios culturales así como ésta difusión y adaptación de las ideas a muy diversas escalas.
Pero no fueron sólo hombres los que salieron y entraron a Italia en un constante ir y venir en esa época, también sus creaciones las cuales resultaban en algunos casos atractivas para las cortes y élites de la Europa continental. Tal fue el caso de la pintura o la escultura por ejemplo, pero el caso más destacable es el flujo de ideas en el contienente propiciado por la invención de la imprenta en el siglo XV, que permitió a los intelectuales renacentistas difundir sus ideas, así como poner al alcanze de un sector mayor las traducciones de las obras de los clásicos romanos y griegos, facilitando su estudio y reflexión dandose también el proceso a la inversa; las criticas o creaciones de intelectuales y artistas fuera de la Italia renacentista pudieron ser leídos y reflexionados por los propios italianos. Cabe aclarar que la imprenta fungió más como un catalizador y difusor de las ideas y textos del Renacimiento que permitió a éste tener un alcanze mayor a otros renacimientos, pero no fue su causa principal ni su orígen, ya que se inventó hasta mediados del siglo XV, habiendo ya antes importantes aportaciones en escultura, arquitectura e incluso poesía y literatura. Es importante tener en cuenta que muchas veces las traducciones y ediciones hechas a los textos italianos fueron decicivas en la manera en que se entendía y pensaba el renacimiento fuera de Italia, ya que muchas veces el traductor o el editor cambiaban o adapataban las obras a lo que les parecía más útil o cercano a las ideas manejadas por los renacentistas para sus propias lenguas y culturas, el caso más ejemplar es el de la adaptación del texto de Castiglioni y su libro "El Cortesano" de principios del siglo XV hecha por Lukasz Górniki titulado "Dworzanin Polski" de 1566, donde el autor traslada lo narrado en el libro de Castiglioni a la corte de Cracovia en 1550 con personajes de ese lugar, e incluso omitiendo a las mujeres del texto ya que no las consideraba lo suficientemente cultas como para encarnar un personaje en la obra (Burke, 1999, p.64), propiciando así una recepción desigual de las ideas renacentistas fuera de la península itálica. Es necesario pensar en los alcanzes ciertamente restringidos de la letra impresa en una época de altos indices de analfabetismo, sólo ciertos sectores cultos o instruidos podían acceder a estos medios.
Todo lo anterior nos habla de una sociedad en transformación constante donde los contactos y flujos tanto de Italia hacia el resto de Europa, como de las diversas naciones europeas hacia Italia fue configurando un Renacimiento no homogeneo, que integró a sus propuestas las de la sociedad en las que eran recibidas, muchas de ellas provenientes de una baja edad media aún fresca en las ideas, usos, costumbres y recuerdos de muchos de ellos.

Conclusión.
En conclusión el Renacimiento fuera de Italia fue un proceso no homogeneo que debió sus dispariedades a factores sociales y culturales diversos, pero también a las diversas lecturas y maneras de entender el movimiento por sus propios contemporaneos; limítados por el lenguaje, sus costumbres y necesidades, pero a la vez por la naturaleza misma de lo que intentaban alcanzar: una época clásica ya lejana a la que ni ellos ni su sociedad pertenecían, por el contrario, tenían más similitudes con la sociedad bajomedieval que negaban y despreciaban, pero que no podían arrancarse de sí mismos.

Fuente Bibliográfica.
Peter Burke, "El Renacimiento", España, Crítica, 1999.